El Plan de Escritura

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Introducción


Generalmente, existe el prejuicio de que escribir es una experiencia tortuosa; sin embargo, esto sólo sucede cuando no se tiene la suficiente familiaridad con la ordenación de los pensamientos; así, la única forma de poder vencer las dificultades para aprender a escribir es a través de la práctica. Al inicio, hay que concretar en papel un esbozo y algunas actividades previas a la escritura misma, con la finalidad de extender el pensamiento a una forma visual, para esclarecer nuestras oportunidades de escritura, así como para expandir las ideas que se puedan encontrar en nuestra memoria o en nuestros conocimientos.

Al principio, la actividad de escribir suele ser muy frustrante; sin embargo, la revisión de los esquemas, bocetos y diagramas necesarios para emprender la escritura facilita esta acción, al mismo tiempo que hace comprender que la escritura no sólo es un traslado de las ideas al papel, sino que es un proceso, susceptible de perfeccionamiento.



Organización jerárquica de un texto divida en apartados

Organización jerárquica de un texto divida en apartados

Identificar los elementos del plan de escritura, mediante sus pasos y características, con la finalidad de que puedas llegar a construir el esbozo de un texto.

El plan de la escritura


Redactar adecuadamente es una ordenación del pensamiento, pero a veces parece más difícil poner por escrito nuestras ideas que pensarlas, pues no se puede escribir como se habla; se puede llegar a la conclusión que debemos poner mayor cuidado a la escritura que a la lengua hablada.

Por tanto, lo primero que se debe tomar en cuenta, es derribar el miedo a escribir y el mito de que la escritura surge por inspiración y espontáneamente.

Es normal que, al principio, enfrentarse a la redacción parezca complicado, pero la escritura debe verse como una técnica que debe aprenderse poco a poco, pues requiere de un gran esfuerzo para realizar un plan previo; una vez que se tiene el documento final, hay que considerar que todavía es susceptible de varias revisiones que lo perfeccionen.

Ante la incapacidad inicial de no poder expresar todo lo que se ha pensado con anterioridad, quien intenta escribir se frustra, pero siempre es conveniente trazar un camino para lograr esta meta.

Para redactar no hay recetas, patrones o guías absolutas. En este sentido, no es que dentro de su vasta complejidad ésta sea una actividad imposible y desordenada. Con lo que sí podemos contar es con una serie de protocolos y recomendaciones que llevan a buen término la tarea de redactar. Como en toda tarea con dificultad, la planeación resulta fundamental. El diseño de escritos académicos contempla esencialmente las siguientes etapas:

 1. Planificación y diseño del escrito

 2. Producción de ideas

 3. El esbozo

Planificación y diseño del escrito


Inicia cuando al estudiante se le asigna la tarea de redactar un tema; aquí, se debe considerar principalmente el tiempo del que se dispone y las características que requiere tal tarea. A partir de estos criterios, se determinarán los límites de nuestra redacción, tanto en extensión como en la amplitud y profundización del tema.

Primero, hay que distribuir el tiempo efectivo que se dedicará a tareas necesarias como la recopilación y organización de ideas, la búsqueda de información complementaria y los tiempos que conllevan la escritura misma, así como la revisión.

Luego, para llevar a cabo la planificación del tema y para explorar todo el entramado comunicativo que requerimos para llevar un mensaje, de la forma más pertinente posible, a una determinada audiencia, ya sea especializada o no, se tiene que garantizar que nuestro escrito cumpla con su función comunicativa; es decir, debemos cuidar que nuestro mensaje escrito contenga los datos completos que nuestro receptor tenga que conocer.

En esta etapa, también se determina qué forma textual es la más oportuna para llevar a cabo la tarea escritural: narración, exposición, argumentación, por ejemplo.

Cuanto más concreta sea la reflexión, más fácil será ponerse a escribir y conseguir un texto eficaz y adecuado a la situación. Demasiadas veces escribimos con una imagen desenfocada del problema, pobre o vaga, que nos hace perder tiempo y puede generar escritos inapropiados e, incluso, incongruentes (Cassany, 2014, p. 56).

Por tanto, se debe considerar cuál es el objetivo concreto del discurso que vamos a enunciar —aprender, persuadir, exponer, explicar—; al resolver estos planteamientos en nuestro plan, será mucho más fácil poder desarrollar un tema; lo más común suele ser responder a estos planteamientos de manera rápida y mental para ubicar concretamente los objetivos de nuestra escritura.

Producción de ideas


Como señala Serafini (2009), “una composición se realiza a través de dos fases fundamentales: una en la que se producen las ideas y otra en la que se produce el texto” (p. 37). Quizá la etapa más compleja y de mayor esfuerzo sea la previa a la escritura, pues las ideas dependen de las circunstancias, la creatividad, la información que se tiene a la mano, entre otros factores.

Para poder expandir las ideas, es necesario buscar información en diversas fuentes, pues será lo que dará cuerpo a nuestro texto y tiene como fin recopilar el material con que luego se trabajará en la redacción. Para este propósito, hay que escribir concretamente hechos, ideas, observaciones, entre otras impresiones que puedan relacionarse con el tema elegido.

Una técnica conveniente para precisar lo que sabemos del tema que necesitamos documentar es un torbellino de ideas (Cassany, 2014, pp. 6-63); se trata de la textualización de una serie de aspectos que, sin ningún orden, se nos ocurren respecto a una determinada tarea. Es una buena forma de empezar, considerando que, posteriormente, haríamos una reordenación de este torbellino. En esta técnica, no importa la jerarquía de ningún concepto, sino que todas las ideas fluyan de forma libre; esto es idóneo para comenzar a escribir cuando tenemos muy pocos referentes; aquí, un ejemplo:

Imagen en la que se muestra un ejemplo de de un orbellino de ideas escritas en una hoja de papel.

Ejemplo de un torbellino de ideas


Resulta pertinente la elaboración de una breve guía o punteo, con la finalidad de textualizar nuestras ideas básicas y observar si la secuencia de lo que pretendemos plasmar es lógica. Éste es un buen momento para atraer o desechar elementos en nuestro producto textual, en función del propósito comunicativo; aquí, un ejemplo:

Imagen en la que se muestra un ejemplo de punteo estracito en una hoja de papel.

Ejemplo de punteo


Luego de producir y agotar los conceptos en un torbellino de ideas, hay que enlistar éstas; luego, llega el momento de darles un orden, por lo que es importante tener un criterio lógico que sea claro y coherente, para que forme la estructura de nuestro escrito.

Supón que te proponen redactar sobre el tema “La alimentación sana” y que los conceptos que aparecen abajo son los que surgieron de tu torbellino de ideas. Tu siguiente tarea sería ordenar sistemáticamente ese desorden creativo inicial; para ello, imagina que decides clasificar cada una de las palabras en el nivel jerárquico que le corresponde; en este caso, es muy útil echar mano de los organizadores gráficos. Una manera de organizar es, por ejemplo, con un cuadro sinóptico:

 1. Leche

 2. Manzana

 3. Arroz

 4. Cereales

 5. Frutas

 6. Mango

 7. Brócoli

 8. Verduras

 9. Maíz

 10. Carne

 11. Proteínas

 12. Espinaca

Esquema en el que se muestra un ejemplo de la clasificación jerárquica del torbellino de ideas tomando encuenta el tema de la alimentación sana.

Clasificación jerárquica del torbellino de ideas


Otra forma de organizar nuestras ideas y relacionarlas entre sí es mediante el uso de mapas y redes (Serafini, 2009, pp. 44-50; Cassany, 2014, pp. 58-60); no basta con una lista organizada en puntos, sino que es necesario pasar por un proceso, en el que nuestras ideas estén correctamente organizadas y lógicamente elaboradas. La ventaja de realizar el paso, donde se asocian las ideas en grupos estrechamente vinculadas, es que se puede ver el tema de una forma gráfica y podría provocar un estímulo de su desarrollo y enriquecimiento.

Imagen de un mapa conceptual  en la que se muestran organizadas ideas del tema ecología en la ciudad.

Ejemplo de un mapa


Aunque no es el único método de organización visual, se puede iniciar por escribir el tema central, la idea, el hecho o la palabra a trabajar, al centro de la página; luego, a medida que las ideas vienen a la cabeza, se organizan alrededor del centro, según la relación que formen con el tema. En el momento en que no tengamos más ideas que registrar, o bien las que se han insertado bastan, se puede frenar la búsqueda de la información.

Dentro de la planeación de la escritura, debemos incluir los materiales necesarios para la elaboración de nuestra tarea; por ejemplo —aunque obvio—, una libreta, plumas o, si somos muy contemporáneos, una tableta para nuestras notas; asimismo, el uso de la computadora es esencial en este tipo de trabajos académicos. No debemos soslayar un diccionario temático, si consideramos que tenemos precisiones que hacer en la futura tarea, lo más importante es poder tener un espacio para registrar nuestros pensamientos y que, cada vez, sean más precisos.

El esbozo

Existe un paso intermedio que nos llevará a transitar entre la parte creativa de la planeación de un escrito, la determinación del tema, con todos sus puntos de vista, la búsqueda de información, hasta llegar a la ejecución de la composición escrita. Este paso es la escritura de un esbozo. Llevar a cabo un esbozo resultará importante, pues, además, nos permite trasladar nuestra organización visual a través de los organizadores gráficos de nuestras primeras ideas, a un listado donde podremos decidir el orden específico en que las presentaremos y los argumentos en nuestro escrito.

Una vez que la información fundamental para la elaboración del texto está recabada, los datos se han organizado y se procede a la realización del esbozo, donde determinaremos el orden secuencial de las ideas y de los argumentos que usaremos en el escrito; todo esto sucede a partir de mirar nuestro mapa para determinar el orden en que se incluirán las ideas.


Ejemplo de un mapa

En el esbozo, se debe incluir una lista de los temas y subtemas ordenados por niveles, ya sea de lo general a lo particular o viceversa. Se debe contemplar una introducción y, al final, las conclusiones. Cada uno de ellos se enumerará, o bien, se le designará una letra, pero no se deben mezclar; de tal manera, tenemos dos formas de elaborar un esbozo (Herzfeld y Mills, 1969, p. 89):


Introducción
 I. Rivalidad entre dos niños
 A. Columpio codiciado
  1. Niño grande envidioso de lo ajeno
  2. Niño pequeño guardián de sus derechos
 B. Primera pelea
  1. Robo del columpio
  2. Caída del pequeño
 C. Consecuencia de la lucha
  1. Victoria momentánea
  2. Coraje desafiado
 II. Reacción al atropello
 A. Conflicto entre comprensión y venganza
 B. Decisión
 C. Segunda pelea
  1. La violencia del ataque
  2. Triunfo del ingenio
 D. Resultado de la disputa
   1. Gigante vencido
  2. Pequeño vencedor
Conclusiones

Introducción
 I. La rivalidad entre dos niños conduce a un altercado violento.
 A. Un columpio es codiciado en el campo de juegos.
  1. Un niño grande desea poseer el columpio.
  2. Un niño pequeño posee el columpio.
  B. Los niños se enredan en una pelea.
  1. El niño grande roba el columpio.
  2. El niño pequeño cae derribado.
 C. La lucha tiene consecuencias que incitan a los contrincantes.
  1. El niño grande se columpia, saboreando su victoria momentánea.
  2. El niño pequeño se levanta, recuperando su coraje desafiado.
 II. En reacción al atropello, el niño pequeño trata de evaluar la situación y actúa en consecuencia.
 A. El niño debate la posibilidad de refugiarse en su hogar.
 B. El niño decide enfrentar a su contrincante.
 C. Los niños vuelven a pelearse.
  1. El violento ataque físico se manifiesta en puñetazos y puntapiés.
  2. El niño pequeño se vale de un golpe del columpio para suplir su inferioridad física.
 D. La disputa llega a su fin.
  1. El niño grande se retira dolorido por el golpe.
  2. El pequeño vencedor se columpia glorioso en su victoria.
Conclusiones



El esbozo suele ser un guion a manera de índice y sustituye a los apuntes, que pueden ser palabras clave o frases cortas; para quienes comienzan los ejercicios de redacción, se recomienda utilizar las frases cortas.

Lo importante es recordar que el esbozo es nuestra manera de delimitar el cuerpo de nuestro texto en bloques que irán presentando nuestro tema en pequeños apartados; la división que aquí se propone, entre números y letras, nos ayuda a tener presente que, al escribir una estructura y practicar este tipo de ejercicios, poco a poco, iremos prescindiendo de la distinción entre el nivel de importancia del título y el subtítulo, de manera que lleguemos a dominar una numeración seguida, acompañada de decimales.

Recuerda que lo único que no puedes hacer es dividir un tema en un solo subtema, éste por fuerza debe dividirse en más de dos subtítulos, pues, de la misma manera en que sólo se puede partir una naranja en mínimo dos partes, un tema no puede crear una subdivisión de un solo elemento. Una vez que se ha superado esta ardua y difícil tarea, la redacción será una tarea mucho más cómoda.

Actividad. Procesos del plan de la escritura

Cuando te enfrentas a una tarea de redacción, es importante recordar que no podemos escribir sin un plan previo; tampoco debes olvidar que, para llegar al plan o esbozo, es necesario seguir un proceso para extender nuestras ideas.


Autoevaluación. La planeación de la escritura

Escribir es un proceso que toma su tiempo y poco a poco se simplifica a medida que vas adquiriendo experiencia.

Sin duda, sólo se puede mejorar la escritura con la práctica, pero cuando comenzamos a escribir por primera vez, es necesario tener un plan en mente, antes de ejecutar esta acción.


Fuentes de información

Básicas


Bibliografía


Basulto, H. (2016). Curso de redacción dinámica. Ciudad de México: Trillas.

Cassany, D. (1998). Describir el escribir. Barcelona: Paidós.

Cassany, D. (2010). Afilar el lapicero. Guía de redacción para profesionales. Barcelona: Anagrama.

Cassany, D. (2014). La cocina de la escritura. Barcelona: Anagrama.

Herzfeld, A., Costa, L. D. y Cliffs, E. (1969). Notas y ejercicios de composición. Ciudad de México: Prentice Hall.

Serafini, M. T. (2009). Cómo se redacta un tema. Didáctica de la escritura. Ciudad de México: Paidós.

Complementarias

Bibliografía


Alonso, M. (1990). Ciencia del lenguaje y arte del estilo. Madrid: Aguilar.

Maqueo, A. M. (2016). Redacción. Ciudad de México: Limusa.

Martín, G. (1999). Curso de redacción. Del pensamiento a la palabra. Teoría y práctica de la composición y del estilo. Madrid: Paraninfo.

Serafini, M. T. (1996). Cómo se escribe. Ciudad de México: Paidós.

Cómo citar

Mejía, A. (2018). El plan de escritura. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/FES Acatlán-UNAM. Consultado el (fecha) de (vínculo).