Nos encontramos rodeados de múltiples medios como el cine, la radio, la televisión y el Internet; todos los días y sobre todo en la actualidad, recibimos una gran cantidad de mensajes, sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar cuáles son los recursos y el impacto que estos medios utilizan para transmitirnos sus mensajes.
Sin duda, la herramienta fundamental para identificar estos recursos es la descomposición de un mensaje en diferentes partes para conocer cuáles son los elementos que caracterizan a cada uno; a este proceso de análisis le llamamos circuito de comunicación.
El lenguaje es el medio más común para transmitir un mensaje, en particular en su modalidad oral, por lo que a veces se tiende a pensar que es la única vía, por tanto, no importa el código en que éste se presente sino sus componentes, pues tanto en una serie de televisión como en una película o en un cómic están presentes todos los elementos que constituyen el circuito de la comunicación.
Todos los mensajes —sean auditivos, visuales o escritos— constituyen un lenguaje, es decir, que ordenadamente componen un código que el lector puede decodificar o leer. A continuación, te presentamos los elementos y las características del circuito de la comunicación, a fin de que puedas identificarlos.
Debido a que nuestra vida actual gira en torno a los documentos escritos, centraremos la atención en la descripción del funcionamiento del esquema del circuito de la comunicación en los mensajes escritos. La importancia de conocer el circuito de la comunicación es el conocimiento de la habilidad del lenguaje humano.
Altmann, G. (2017). Medios de comunicación [fotomontaje]. Tomada de https://pixabay.com/es/binaria-uno-null-social-2248213/
Generalmente, cuando se trata de reflexionar sobre un asunto de comunicación verbal se suele recurrir al circuito de la comunicación, que fue esquematizado inicialmente por Roman Jakobson (1981, p. 353). Cabe mencionar que se han desarrollado otras versiones tratando de precisar los términos con que se designan sus elementos.
Jakobson partió de la idea de que todo hecho discursivo o cualquier acto de comunicación verbal, como una variedad del lenguaje cumplía con los siguientes factores:
El esquema anterior describe el lugar que toman los elementos involucrados cuando dos individuos establecen comunicación.
"El lenguaje cumple esencialmente dos funciones en el hombre: sirve para que se exprese a sí mismo y para que se comunique con los demás; por tanto, tiene una misión de carácter individual y otra social" (Basulto, 2016, p. 18).
Como ser social, el hombre se vale del lenguaje para poder transmitir sus mensajes a otra persona. Generalmente, el lenguaje es verbal, pero podemos distinguir dos modalidades: la oral y la escrita. En cualquiera de los dos casos, el proceso de la comunicación ocurre igualmente de la misma manera, según Basulto (2016): "Comunicar es descubrir, manifestar o hacer saber alguna cosa a alguien más” (p. 18). Por ello, el acto de la comunicación supone estos elementos: un emisor o productor, un receptor y una cosa comunicada.
Como se puede observar, para llevar a cabo este intercambio de mensajes es necesario que tanto el emisor como el receptor compartan un mismo sistema lingüístico que esté inmerso en el mismo contexto cultural, para que el mensaje pueda ser cifrado en un código que las dos partes sean capaces de reconocer; en el caso de la redacción, la lengua cumple la función del código.
La comunicación ideal se produciría cuando el receptor obtenga una copia exacta de lo que el emisor pensó, sintió y quiso decir, aunque esto no puede ocurrir en la realidad, ya que existen interferencias de mayor a menor validez que impiden la perfección del proceso; pueden ser mentales o físicas, personales o ambientales. Estas interferencias son llamadas ruido.
El siguiente esquema (Basulto, 2016, p. 19) resume este proceso.
Cada uno de estos factores determina una función diferente del lenguaje: "Durante cada acto de habla, predomina por lo menos una actitud verbal del hablante con respecto a los demás factores de la comunicación: tales actitudes reciben el título de funciones de la lengua" (Rodríguez, 2016, p. 56).
De esta manera, la estructura verbal de un mensaje depende, primeramente, de la función que predomina, tal como fueron descritas por Jakobson (1981, pp. 353-360):
El acomodo de las estructuras verbales enfatiza el contexto, es decir, en el referente, también se puede llamar denotativa o cognoscitiva.
Se centra en el destinador y expresa de manera directa la actitud del hablante ante aquello de lo que está hablando y tiende a producir la impresión de una emoción, por esto mismo, también se puede llamar expresiva. En el lenguaje, la emotividad se representa a través de interjecciones o haciendo referencia hacia sí mismo. Por ejemplo: "¡Ay, me duele la cabeza! —dijo María".
También llamada apelativa, pues la principal intención es provocar una respuesta del destinatario, o que éste realice una acción, generalmente se expresa a través de imperativos. Por ejemplo: “Bébete todo el licuado”.
Son mensajes que sirven para establecer, prolongar o interrumpir la comunicación; cerciorarse de que el canal o contacto de comunicación funciona; llamar la atención del interlocutor o confirmar que su atención se mantiene. Por ejemplo: “Oye, ¿me escuchas?”.
Sucede cuando el destinador o el destinatario quieren confirmar que están usando el mismo código, por lo que el discurso se centra en este aspecto. Se utiliza cotidianamente, pues juega un papel muy importante en el lenguaje para asegurar que se entiende correctamente el mensaje. Por ejemplo: “No acabo de entender, ¿qué quieres decir?”, o bien, “¿Entiendes lo que quiero decir?".
Se trata de la orientación de la comunicación verbal en el mensaje mismo; en ella los interlocutores seleccionan las palabras que consideran más “exactas” y las organizan de la forma más “clara” posible, de manera que se genera un efecto de belleza. No es una conducta que se limite a la poesía, pues también está presente en los mensajes publicitarios, políticos, etcétera. Por ejemplo: “—¿Por qué dices siempre Ana y María y nunca María y Ana? —Porque suena mejor.”
Como habrás notado, cada función de la lengua tiene una correspondencia con los elementos que constituyen el circuito de la comunicación.
El circuito de la comunicación y sus funciones
Particularmente, en el ámbito de la redacción, conocer los factores que integran los actos de comunicación nos ayudará a puntualizar nuestra escritura, por lo que se sugiere tomar en cuenta que la tarea de quien escribe es lograr el objetivo de transmitir un mensaje a otras personas, en este caso a sus lectores, pero no debe esperar que sus lectores realicen el mayor esfuerzo para comprenderlo; al contrario, debe facilitar la comprensión a través de la anulación de todas las interferencias que se puedan presentar y asegurándose de que todos los elementos de la comunicación funcionen de manera adecuada.
Si además de esto nos preocupamos por la comprensión y la función que predomina o debería predominar en nuestros escritos, aseguramos que una mayor cantidad de situaciones particulares del significado de nuestras palabras se logren transmitir con mayor éxito.
Los elementos del circuito de comunicación permiten descifrar los recursos que posee un mensaje para lograr su óptima transmisión. Cuando redactes un texto, será necesario que comprendas con claridad qué rol desempeñas y cuál corresponde a tu lector, así como a los otros elementos que intervienen en este proceso.
Para transmitir un mensaje de manera eficaz, es de mucha ayuda conocer los recursos que se generan a partir de una focalización en uno u otro factor del circuito de la comunicación, según la intención del hablante.
La dinámica que sigue un mensaje para ser transmitido de manera adecuada tiene un grado de complejidad amplio que requiere de la identificación de todos los elementos que entran en juego y supervisar su funcionamiento.
Es importante que te autoevalúes para que verifiques si has identificado los elementos del circuito de la comunicación.
Fuentes de información
Bibliografía
Basulto, H. (2016). Curso de redacción dinámica. México: Trillas.
Jakobson, R. (1981). Ensayos de lingüística general. Barcelona: Seix Barral.
Rodríguez, A. (2016). El estructuralismo. En Las teorías literarias y el análisis de textos. México: UNAM.
Bibliografía
Alonso, M. (1990). Ciencia del lenguaje y arte del estilo. México: Aguilar.
Maqueo, A. (2016). Redacción. México: Trillas.
Martín, G. (1999). Curso de redacción. Del pensamiento a la palabra. Teoría y práctica de la composición y del estilo. México: Paraninfo.
Serafini, M. (1996). Cómo se escribe. México: Paidós.
Cómo citar
Mejía, A. (2018). Dinámica de la comunicación en la escritura. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/Facultad de Estudios Superiores Acatlán-UNAM. Consultado el (fecha) de (vínculo).