La Apertura Económica en México y el TLCAN

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Introducción


En el contexto de la crisis de la deuda en América Latina, la formación de una nueva división del trabajo, donde los países menos desarrollados trataban de insertarse en el esquema de producción internacional, y al término de la Guerra Fría, cambió la forma de negociar acuerdos internacionales, en específico tratados de libre comercio.

Específicamente en México, a consecuencia del agotamiento del modelo de sustitución de importaciones que derivó (después del boom de los petrodólares y el alto endeudamiento) en una enorme crisis económica: la década perdida, a la par de las presiones ejercidas por los organismos financieros internacionales, se tomaron medidas radicales para cambiar de modelo económico.

A consecuencia, se asumió que la única alternativa era insertarse en la economía globalizada y beneficiarse del creciente intercambio comercial, así como de la enorme transferencia de inversiones desde los centros a los países en desarrollo, con posibilidades de incorporarse a los nuevos procesos productivos. Se cambió la concepción de regionalismo cerrado hacia uno abierto, de acuerdo al concepto de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), concebido como un programa de apertura, liberalización, ajuste y preferencia regional no excluyente, fundamentado sobre la dinamización, ampliación y profundización de los procesos de integración regional existentes en el territorio.

En este tenor se plantea impulsar procesos de flexibilización de los mercados y retiro de obstáculos a la entrada de competidores internacionales, en concordancia con los procesos de ajuste, estabilización macroeconómica y reforma estructural.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entró en vigor desde el 1 de enero de 1994; fue un paso más en la globalización económica internacional y, en particular, de sus países miembros, donde resalta el caso de México, pues este tratado significó el término de la transición hacia un modelo neoliberal que comenzó desde los 80.



Bandera con los colores de Estados Unidos, México y Canadá.

Covarrubias, A. (2007). NAFTA [Ilustración]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:NAFTA_logo.png

Identificar el proceso de apertura económica en México, a través de las acciones específicas como la firma del TLCAN, para evaluar las políticas económicas que ha seguido hasta la fecha; hechos que son imprescindibles para los profesionistas de las ciencias sociales.

Primeros pasos hacia el cambio de sistema económico


Para comprender la naturaleza y relevancia del TLCAN, para nuestro país, debemos remontarnos a los antecedentes del neoliberalismo en México; este tratado constituyó fuente y culminación de un proceso de reestructuración del modelo económico, iniciado desde una década antes con la entrada al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), pasando de un sistema de Estado benefactor, altamente intervencionista, a un esquema de corte neoliberal avocado hacia el exterior, con las exportaciones como la principal prioridad en el marco comercial. Dicha transición fue motivada por la confluencia de factores internos e internacionales, que consecuentemente llevaron a México a un profundo y drástico cambio de ideología económica.



Características del Estado benefactor mexicano


En la década de los 70, México, al igual que los demás países latinoamericanos, tenía un modelo económico de sustitución de importaciones, inspirado por la teoría de la dependencia desarrollada en el seno de la Comisión Económica de Nacionales Unidas para América Latina (CEPAL), encabezada por su entonces director, Raúl Prebish (1961), que, en pocas palabras, argumentaba la existencia de una división internacional del trabajo que profundizaba las relaciones de intercambio desigual entre dos sistemas de países: los del centro, que comerciaban productos manufacturados, y los de la periferia, que producían materias primas, exacerbando las desigualdades en el comercio internacional y repercutiendo en el subdesarrollo de los países periféricos, entre los que se contaban los latinoamericanos.

Se sostenía que los modelos de desarrollo latinoamericanos estaban determinados por sus procesos de acumulación y reproducción del capital, cada vez más integrados a la dinámica capitalista mundial. Esta integración era estructuralmente desigual, condicionada a las relaciones de dominación de los países centrales, donde Estados Unidos era el centro hegemónico, que para los países latinoamericanos se materializaba en la creciente inversión extranjera de ese país y la influencia en sus economías, creando en la periferia un círculo vicioso de dependencia hacia las mercancías y los capitales externos.

Algunas de las características esenciales del enfoque económico proteccionista eran: la protección de la industria nacional ante los trastornos de la competencia externa, temporalmente, mientras se alcanzaba el nivel necesario de competitividad y diversificación para abrirse al comercio internacional, es decir, el desarrollo hacia adentro; el apoyo gubernamental, a través de subsidios a los sectores industriales emergentes o vitales para favorecer su innovación tecnológica; y la restricción de los capitales externos para potenciar el ahorro nacional. En pocas palabras, México poseía un esquema de Estado benefactor, centrado en una férrea ideología nacionalista, que a su vez se cimentaba en todo el devenir histórico que caracteriza a un país de pasado colonial, que debe protegerse de las prácticas hegemónicas de las potencias externas.

La inversión extranjera, en este contexto, era reconocida como una fuente relevante de transferencia de tecnología y un mecanismo financiero complementario al ahorro interno; empero, se daba preferencia a las inversiones vía préstamo y a las coinversiones con nacionales, estando completamente subordinada a las prioridades nacionales de industrialización y transformación estructural. Al igual que el comercio exterior, en la práctica mexicana, la inversión extranjera se encontraba muy restringida y controlada por el Estado, quien, a pesar de apreciar el valor de los recursos foráneos, éstos se trataban con enorme sigilo en consonancia con el espíritu de la doctrina Calvo y se le otorgaba menos prerrogativas que a los nacionales.


Fotografía de la Refinería de ORLEN Lietuva.

(s. a.) (2006). Refinería de ORLEN Lietuva en el distrito de Mažeikiai, Lituania [Fotografía]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Mazeikiu_nafta_2006-05-17part.jpg


Causas internas e internacionales del cambio de modelo económico en México


Posteriormente, esta visión hacia la inversión extranjera y el comercio cambiaría drásticamente, en concordancia con el modelo económico mexicano. Así pues, en el contexto internacional del capitalismo global se gestaba la formación de una nueva división internacional del trabajo, una creciente transnacionalización y el retorno de la ideología del liberalismo económico, promovida por Estados Unidos con Ronald Reagan y en Gran Bretaña con Margaret Thatcher.

En consecuencia, México sufría el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, plagado de corrupción y prácticas descuidadas en la industria nacional, que se manifestaría en crisis económicas recurrentes, las cuales no se resolvieron ni con el boom de los petrodólares, ni con el alto endeudamiento externo, sólo se palearon hasta que cayeron los precios del crudo y se elevaron las tasas de interés internacionales, con lo que la situación se volvió insostenible.

Ante tales circunstancias, fue inevitable el entallamiento de una crisis económica de gran magnitud en México y los demás países de América Latina, que a la par de la impagable deuda externa, los llevó a la moratoria de la misma en 1982 y al inicio de la denominada década perdida latinoamericana. Como resultado, cuando entró el nuevo gobierno de Miguel de la Madrid, el erario público estaba exhausto, las devaluaciones eran inevitables y las presiones de los organismos financieros internacionales iban en aumento, conduciendo al Gobierno a implantar un nuevo modelo económico, de acuerdo a las premisas neoliberales que se consagrarían años más tarde en el conocido Consenso de Washington (Alzugaray, 2004).



Primeros pasos para la restructuración económica en México

Para dicha reforma se aceptó el paquete de rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI), que imponía una serie de políticas de austeridad y reestructuración económica; posteriormente se materializarían en el denominado Plan Baker, antecedente directo del Consenso de Washington, que tenía como principal objetivo, el amortizar la deuda a la par de impulsar el crecimiento económico, a través de generar superávit en la cuenta corriente, detener la inflación, estimular procesos de flexibilización de los mercados con una menor intervención estatal, conducir más estrictamente la política fiscal para reducir el déficit público, reorientar el presupuesto hacia procesos productivos rentables y retirar los obstáculos a la entrada de competidores internacionales.

Fotografía del billete de 200 pesos mexicanos

Banco de México. (2010).Revisión de billete [Fotografía]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Revisionbillete.jpg

El TLCAN como culminación de la transición económica mexicana


La transición de México de un modelo abocado al interior, altamente proteccionista y de corte populista, hacia uno aperturista (no sólo hacia los flujos de mercancías y servicios, también a los de capital, que se basa en la privatización y en el fomento del sector exportador) fue abrupta y exacerbada, reforzándose en los 90 bajo la égida de los principios del intitulado Consenso de Washington de John Williamson. Así, en 1994, se firma el TLCAN; éste constituyó el engranaje final de todo el proceso de apertura, no sólo por profundizar y extender los cambios emprendidos, sino por incluir a nuestro principal socio comercial y fuente de comercio e inversión, Estados Unidos.



Fotografía de la ceremonia de iniciación del TLCAN de 1992, con los presidentes, secretarios de comercio, ministros de comercio, representante de comercio de Canadá, Estados Unidos y México.

(s. a.) (1992). Ceremonia de iniciación del TLCAN, octubre 1992 [Fotografía]. Tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Nafta.jpg

El TLCAN que entró en vigor desde el 1 de enero de 1994 fue un paso más en la globalización económica internacional y, en particular, de sus países miembros, donde resalta el caso de México, pues este tratado significó la conclusión de la transición hacia un modelo neoliberal que comenzó desde los 80.



Naturaleza inédita del TLCAN

Es preciso reconocer el carácter único del TLCAN, como parteaguas en los tratados de libre comercio, por dos hechos principales. El primero: conjuntar miembros con grados tan heterogéneos de desarrollo, como México por una parte y Estados Unidos junto con Canadá, por la otra, erradicando el famoso trato especial y diferenciado (mejor conocido como TED), que había prevalecido en las negociaciones comerciales internacionales, como las que se hacían en el seno de Naciones Unidas, el cual, tácitamente, mandaba que se les diera un trato preferencial, en cuestión de obligaciones, a los países en desarrollo, como lapsos de apertura mayores.

El segundo: ser un tratado que rebasa por mucho su carácter netamente comercial, por lo que se le considera un acuerdo de nueva generación, para conjuntar una plétora de disciplinas en diversas materias relacionadas con el comercio, tales como servicios, propiedad intelectual y, por supuesto, inversiones, que es uno de los aspectos más relevantes dentro del acuerdo y con amplias repercusiones en la configuración jurídica y económica de México.

La liberalización, aunque comercial, no se limita a asuntos arancelarios, puesto que ya se puede considerar un acuerdo de nueva generación, que incorpora los resultados de la Ronda de Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, en temas no tradicionales, donde se incluyen tópicos relacionados con el comercio.

El TLCAN no puede ser considerado como un tratado esencialmente comercial, dado que es también un tratado de libre inversión, como enfatiza el especialista británico Fitz Gerald (1999): “la implicación más importante del NAFTA para México y América Latina es la referida al régimen de inversión extranjera” (p. 115). Es decir, bajo el sustento del énfasis que se le brinda a este aspecto, al introducir una amplia legislación internacional en la materia, aunado al avance que significa, puesto que en el comercio entre los miembros ya se había liberalizado; mientras que el tema de inversiones nunca se había tratado formalmente, pues siempre había existido un desacuerdo sobre el contenido de un posible convenio exclusivo para la inversión. Todo lo que hace que el capítulo XI del TLCAN, el referente a las inversiones, sea un punto medular del tratado, que en su momento fue uno de los más amplios en la materia, en el campo internacional, o el más extenso si tomamos en cuenta que es un TLC.

Por otro parte, el TLCAN también se diferencia de los acuerdos clásicos de libre comercio al incluir un nuevo mecanismo de solución de disputas, precisamente como parte de su capítulo de inversiones: la nueva forma de gobernabilidad de los diferendos por encima de los estados nacionales, que permite a los inversionistas demandar al país anfitrión en condiciones de igualdad en un tribunal arbitral internacional, saltándose las legislaciones nacionales. Este acuerdo vulnera la jurisdicción nacional al delegar facultades privativas del Estado a una autoridad supranacional, rompiendo definitivamente con los principios defendidos por la cláusula Calvo y la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados.

Implicaciones del TLCAN para México


El TLCAN implicó para México no sólo una restructuración económica para insertarse en las corrientes de comercio e inversión internacionales, también una modificación de todo el marco regulatorio relacionado con los temas del TLCAN, como la Ley de Inversión Extranjera, la de expropiación, las relacionadas con comercio exterior, entre muchas otras.

No obstante, el impacto real es el que se vislumbra en la economía nacional mexicana que, a más de 20 años de su entrada en vigor, no ha conseguido los resultados tan anhelados y enunciados en el preámbulo del tratado: obtener beneficios económicos que impactarán en el desarrollo del país.

Existen múltiples repercusiones económicas de la puesta en marcha del TLCAN; pero, haciendo una evaluación de las mismas, se puede concluir que la mayoría han afectado el desarrollo económico y la capacidad de la población de insertarse en la economía.



Actividad. Identificación de las características del TLCAN

El TLCAN es un acuerdo determinante para el devenir económico en México, por lo que como profesionista de las ciencias sociales es determinante conocer sus características, esto te ayudará a comprender la dinámica económica nacional.


Autoevaluación. Lo cierto y falso de los pasos para la reestructuración económica en México

Como profesionistas de las ciencias sociales es necesario comprender el funcionamiento de la economía mexicana, para lo que es sumamente relevante entender el proceso histórico por el que se transitó para establecer el modelo económico actual.


Fuentes de información

Básicas



Álvarez, J. (1995). Los servicios financieros en el TLC y la nueva ley de inversión extranjera. En Jurídica, (25), 57-74.

Alzugaray, C. (2004). De Bush a Bush: balance y perspectivas de la política externa de los Estados Unidos hacia Cuba y el Gran Caribe. En América Latina y el desorden global neoliberal. Buenos Aires: CLACSO, pp. 201-244.

Calderón, J. (2001). México en un mundo global. México: Friedrich Ebert Stiftung.

Gerald, F. (1999). Trade, Investment and NAFTA: The Economics of Neighborhood. En The United States and Latin America: The New Agenda. Massachusetts: Harvard University Press, Institute of Latin American Studies.

Moreno-Brid, J. (2005). Mexico: Economic growth exports and industrial performance alter NAFTA. En Estudios y Perspectivas, (42), 7-22.

Prebisch, R. (1961). La periferia latinoamericana en el sistema global del capitalismo. Chile: Centro de Capacitación para el Desarrollo (CELADE)-CEPAL.



Complementarias


Graham, E. y Wilkie, C. (1999). Acuerdos económicos regionales y firmas multinacionales, las disposiciones en materia de inversión en el TLCAN (NAFTA). En ARS IURIS, (21), 37-57.

Lustig, N. (1993). Mexico: The Remaking of an Economy. En Journal of Latin American Studies, 25 (3), 680-681.

Williamson, J. (1990). What Washington Means by Policy Reform. USA: Institute for International Economics.

Cómo citar

Quintero. A. (2018). La Apertura Económica en México y el TLCAN. Unidades de Apoyo para el Aprendizaje. CUAED/Facultad de Estudios Superiores Acatlán. Consultado el (fecha) de (vínculo)